Thursday, September 01, 2005

Vida en escabeche

Rueda de arenques. Escabeche. Y mil especias juntas, ordenadas, cada una oliendo de una forma fuerte y peculiar que, al mezclarse los olores daban a la atmósfera una especie de tufo inclasificable, desagradable y difícil de soportar. Aceitunas, pepinillos, atún en escabehce, vinagre, magdalenas, bacalao en salazón. Y los sempiternos arenques en la puerta, aquella rueda que yo miraba desde niña con extrañeza porque no acaba de entender qué hacían allí esos arenques, si eran un fósil porque siempre estaban allí y nadie hacía amago alguno de comprarlos. Yo odiaba aquellos arenques,su aspecto amarillento y su olor, y cada vez que entraba en el ultramarinos me preparaba mentalemente para soportar aquellos fuertes olores que eran un atentado contra el olfato. Y una vez dentro del angosto espacio, tras el mostrador, protegidos por las aceitunas y los pepinillos, los dependientes te trataban con antipatía de siglos, rescoldo tal vez, de los años de la posguerra en la que usaban su poder de fíar o no fiar a la gente hambrienta que acudía a ellos casi suplicante. Eran dependientes de escabeche, avinagrados. Una familia en vinagre.

No sé quién puede tener más mala leche, si una dueña de ultramarinos o una mercera. Habría que hacer un riguroso estudio comparativo para llegar a esclarecer este asunto de interés mundial y prioritario. El caso es que, una tarde, entrando en la mercería para comprar hilo, me topé con la dueña de la tienda de ultramarinos comprándose una combinación para dormir. Las merceras son dueñas de secretos íntimos, de bragas y refajos, de pechos y detalles hasta tal punto que deberían guardar, como los curas, el secreto de confesión. La dependienta de ultramarinos, antipática de natural, estaba de lo más agradable y no dudó en relatar frente a mí los calores y sudores que pasaba por la noche y la necesidad de comprarse una combinación fresquita, de tirantes, porque los camisones no los soportaba. Y la combinación era sexy. Sexy para la época, con bordados y unos finos tirantes que sujetaban un cuerpo semitransparente de satén. Y para mí fue un shock ver a aquella mujer soltera y madura, que nunca había salido del feudo de su familia y que, sospechaba, seguía siendo virgen, comprándose aquella combinación descocada que nadie podría ver ni disfrutar.

Los calores, los sudores, la noche. Uf, todo un mundo. Yo observaba discretamente desde mis adolescentes años de hormonas incipentes como aquella mujer de labios gruesos, de sensualidad caída y desaprovechada, relataba sus calores. Una vida de calores, de deseo, de frustraciones en vinagre. Y me preguntaba si no sería la combinación aquella usada como juego pícaro, para ponerse dismuladamente en la ventana y que desde el edificio de enfrente alguien la observara al trasluz. Porque ese alguien existía. Ése alguien había sido novio suyo, en sus años mozos, y la había abandonado por otra mujer con la que se casó y se fue a vivir lejos. Recientemente había vuelto con su mujer y se había instalado, precisamente, en el edificio de enfrente del ultramarinos. Un ultraje.

Ultraje porque la vida de ella había quedado marcada para siempre. En la época, si una chica tenía un novio y éste la dejaba, no había otro que se acercara con intenciones serias porque las mentes enfermas suponían que ya no era pura. Nadie más se le acercó en todos aquellos años. Y pasaba los días, las semanas, los lustros, entre misa y escabeche. Ajándose en vinagre. Como un arenque seco pasando su tiempo al sol.

Luego supe - años después - que aquellos calores secretos y nocturnos se debían, probablemente, a los cambios hormonales de la menopausia. Pero en mi imaginación siempre quedó el rescoldo de una venganza secreta, de noches en las que ella se acerbaba sigilosamente a la ventana en combinación y se peinaba con gestos sensuales o hacía amago de desnudarse mientras el frustrado novio la observaba sabiendo ya que había perdido un volcán de lujuria y pasión.

Calle abajo, frente a la plaza, existían años ha, unos arenques fósiles que quizás hoy aún se muestren orgullosamente bajo el sol y las moscas. Y dentro de la angosta tienda de olores imposibles quizás un secreto sensual perturbe aún el sueño de una mujer que vive en escabeche.

11 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Buen relato el que te has marcado hoy, siseñor. Las merceras no recuerdo yo si tenían mal carácter, pero siempre recordaré el perruno de las porteras, brrr. Tiemblo al recordar a la que nos quitaba la pelota si se nos caía dentro de sus dominios.

Thu Sep 01, 09:35:00 AM PDT  
Blogger Bielka said...

Gracias, Zaho. En mi infancia to quisqui tenía mala leche, aunque algunos más. Yo recuerdo al conserje de mi colegio, que era facha de camisa azul, y a su hijo, que fue detrás mío una temporada (yo lo aborrecía al angelito, aunque conmigo siempre fue gentil, la verdad) y luego formó parte de un grupo neonazi "camisas negras" que fue acusado de la muerte de un chaval a la puerta de una disco.

Este conserje era de auténtico terror. Qué miedo le tenía, por dios, la virgen, los arcángeles y san cucufate. No sé si sería peor que tu portera.

Thu Sep 01, 02:49:00 PM PDT  
Blogger Bielka said...

Gracias por el halago, Bernar, aunque un poco exagerado. Ya me gustaría a mí escribir bien de verdad. Bueno, no es un país francófono exactamente, sino trilingüe, aunque mi vida, fuera de estas paredes, se desarrolla en francés e inglés. Y hay cosas que no sé decir en castellano porque son cosas muy locales, así que hablamos una mezcla curiosa, con algunas palabras en neerlandés, incluso.

Fri Sep 02, 05:38:00 AM PDT  
Anonymous Anonymous said...

:O Impresionante la entrada, Bielka. Si conservo algún recuerdo de mi infancia con especial intensidad es la mala leche que se gastaba por aquel entonces. Todo quisqui tenía mala leche contigo, y no había muchas contemplaciones. Por eso ahora me maravilla lo "contemplados" que están los niños y los adolescentes. Antes era impensable.

Sat Sep 03, 10:48:00 AM PDT  
Blogger Bielka said...

Pues sí, que épocas Ciri. Yo todavía recuerdo como me daban con una regla en la mano si no hacía las cosas bien en el colegio y como muchos decían que su padre les pegaba con el cinturón (me imagino un cinturón usado en forma de látigo y es una auténtica tortura) siendo considerado aquello como normal y no maltrato.

Mon Sep 05, 03:07:00 AM PDT  
Blogger Amelia said...

Por fin puedo escribir. No se abría esto.
Es un texto muy bueno, nada de exageración. La vida secreta de aquellos tiempos, esas historias que uno podía suponer o imaginar sobre la gente mayor que nos rodeaba, puede ser algo inagotable.
Todo era pecado y todo estaba oculto. Y los niños teníamos presunción de culpabilidad sólo por ser niños.

Me gusta mucho lo que has escrito, madame Bielka.

Mon Sep 05, 10:37:00 AM PDT  
Blogger Bielka said...

Gracias, Sinfo, me sonrojo. La época era un espanto, sí. A mí me tocó ya la época de la transición, en la que las cosas comenzaban a cambiar, pero aún así, había mucha amargura y mucho apego a las costumbres y tradiciones.

Tue Sep 06, 12:20:00 AM PDT  
Anonymous Anonymous said...

Siento no ser nada original, me sumo a la opinión de los demás, gracias por estas letras, Bielka.

A mi no me ha tocado vivir las represiones ni el cinturón, tampoco la regla de los profesores, soy de una época en la que todo parecía más fácil y sin embargo, los valores no parecen más claros y lo que reina es la inseguridad en las ideas y en los actos, por no entrar en más detalles...

Saludos de buenos días de martes.

Tue Sep 06, 12:46:00 AM PDT  
Blogger Bielka said...

Gracias, Kris.

Pues sí, cada época tiene lo suyo, aunque yo creo que la represión es mucho peor que la ausencia de un camino claro que seguir, pero eso ya es una opinión personal, claro.

Buenos mediodías de martes

Tue Sep 06, 03:13:00 AM PDT  
Anonymous Anonymous said...

...Yo sé un poquito de caminos. ;-P
Muy buenas Bielka, estoy muy feliz de encontrarme de nuevo contigo. Ya volveré más veces por aquí cuando mi camino me lo permita y no me quede dormido despues de noches interminables , el stripper-filósofo aún tiene mucha mecha :)

Wed Sep 07, 08:19:00 AM PDT  
Blogger Bielka said...

Hola, Ronin, encantada de saludarte. Últimamente ando fatal de tiempo y por eso no he podido avisaros personalmente a algunos del cambio de blog. Gracias por venir.

A ver si mis horas se hacen más elásticas y dispongo de un poc más de tiempo para leeros y escribir. Un beso.

Thu Sep 08, 10:59:00 AM PDT  

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