Monday, October 10, 2005

Galápagos

Hay personas que, de una forma curiosa, pasan a formar parte de mi vida por causas que ellos nunca jamás se planearían. Me pasa con José Saramago, sí, el escritor. No es que haya una razón especial para que forma parte de mi vida: ni siquiera he leído su obra ya que lo intenté en su momento y no pude con el "Memorial del Convento" debido a sus intrincadas frases que me obligaban a ser una lectora heroína de lucha feroz contra subordinadas de tentáculos envolventes que me sumían en una maraña complicada: algo así como luchar con un pulpo o con un calamar gigante.

Pero sí, Saramago es alguien que me suele dejar pegada al televisor en cuanto lo veo. No es tampoco su labor solidaria la que me llama la atención (ya que hay otros escritores y personajes públicos que también se comprometen) ni su fama o su prestigio como escritor ya que vivo bastante al margen de la actualidad literaria.





"Tiene cara de tortuga". Me digo cada vez que lo veo. Y lo observo, lo vuelvo a observar, lo escucho hablar, mido sus movimientos, su forma de abrir la boca, sus manos, su movimiento de ojos. Y me vuelvo a decir "Tiene cara de tortuga". Y me fascina el rostro galápago de Saramago. Me pasaría horas observando a esta tortuga parlante que se me antoja calmada y agradable. Es más, no sólo lo pienso cuando lo veo sino que, cuando escucho o leo su nombre me digo: "Tiene cara de tortuga" y me pongo a pensar en que sí, que parece una tortuga, que no puedo evitar pensar que parece una tortuga y que quizás escriba como una tortuga, lento, en filigrana y en línea recta dejando huellas de su paso.

Me pasa también con otro amigo: "Tiene cara de tortuga", pienso, pero él no lo sabe, claro. No le puedo decir que se me antoja una tortuga a alguien que quiere vivir rápido y fumarse la vida: sería como un insulto. Pero el caso es que a mí me gustan mucho las tortugas y posíblemente tenga alguna en cuanto la niña crezca y me la pida. Vamos, que para mí tener cara de tortuga no es un insulto sino algo simpático: me gustan las caras de tortuga.

Hay veces que uno se debe fijar en la importancia de la persona, en su labor, en su compromiso, en su prestigio, en su esfuerzo y sin embargo, se fija en detalles nimios e intranscendentes. A mí me ocurre cada vez más y no sé si es por una cuestión de saturación ante tantas importancias. Más que preocuparme, por ejemplo, que uno de mis vecinos fue un cirujano de prestigio, muy celebrado, y que hay que ser muy educado con él (aparte de sentirse halagada por vivir en vecindad y compartir escalera y ascensor, aparte de metros cúbicos de aire- respiramos el mismo oxígeno- on una eminencia), me preocupa el hecho de que a la italiana de abajo le he visto una vez las bragas, y que su hija se pinta tanto los ojos que parece que le han dado un par de hostias. Y me preocupa el desmán estético de las bragas de la italiana de abajo porque creo que debería hacer una renovación de armario urgente ya que son tipo faja de estas sesenteras, que le deben apretar un montón y dar alergias. Y bueno, lo de los ojos de la hija me preocupa porque más de un vez me he llevado un buen susto, y si sigue así me puede perjudicar seriamente la salud.

También me preocupa, y mucho, que la italiana de abajo (la hija) quiera ser cantanta, y no porque se pase el día gorgojeando y yo la escuche en cuanto entro al edificio cantando canciones de Laura Pausini para presentarse, quizás, a algún concurso, (aunque temo que tantas ondas sonoras puedan dañar la estructura del edificio), sino porque si se hace famosa y multimillonaria y consigue martillearnos a todos con gorgoritos apasionados y canciones melódicas insufribles no podré chantajearla con oscuros secretos sobre su pasado ni escuchas telefónicas porque no he tenido aún ocasión de espiarla como Dios manda.

3 Comments:

Blogger Bielka said...

Oye, anonymous, pues que sí, que muchas gracias por preocuparte y eso, que bueno, que está muy bien lo que ofreces y tal, pero que hubiera preferido que me hicieras una oferta para alargar el pene (igual que esas tan molonas que me enviáis en spam al mail), ya que ése es un tema que debo tomar en consideración puesto que si no me pongo ahora se me pasa el arroz y nunca tendré un falo con lacitos azules y piercings para enseñar a las amigas. Y es que me habéis convencido: de tanto "enlarge your penis" me he dado cuenta de que debo hacerlo para ser feliz y tener una vida plena y ser considerada una ciudadana de éxito que muestre su pene decorado con barras y estrellas en la comida del día de Acción de Gracias. Gracias, gracias por mostrarme el camino de la Salvación, oh, Spam divino.

Mon Oct 10, 05:09:00 AM PDT  
Blogger Amelia said...

jajaja, anda que el tonto los cojones del anuncio...

A mí también me gusta ver a Saramago, es de lo más relajante; aunque a lo mejor en persona, así mucho rato, viene a ser un pelmazo de no te menees.
Yo tuve una tortuga, pero desapareció nadie sabe cómo ni por dónde y no la volvimos a ver más. Una cosa rarísima, la abducirían o algo.
Me gustan las tortugas marinas, esas tan inmensas. Son preciosas.

Mon Oct 10, 06:12:00 AM PDT  
Blogger Bielka said...

Sí, tiene pinta de pelmazo el Saramago. Yo, vamos, es que lo veo muy de tarde en tarde por la tele y es como si viera un documental sobre tortugas. Y ya sabes que a mí me molan mucho los docus de bichos y me veo todos los que puedo.

Yo también tuve una tortuga que desapareció. Las tortugas, así, con esa pinta de pánfilas son expertas en desapariciones y mucho más listas de lo que parece. No sé cómo se las apañan. A mí me gustan mucho las tortugas.

Mon Oct 10, 07:59:00 AM PDT  

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