Tuesday, July 05, 2005

De bebes y sueños

Leo revistas, libros sobre bebés, en los que me dicen qué es lo que debo hacer para inculcar el buen comportamiento frente al sueño y que los niños aprendan a dormirse solos. Parece ser que debo ser firme y dejar que berree y llore para que se acostumbre finalmente. No soy capaz. No soy capaz de dejarla llorar porque no puedo resistirlo. Soy muy blanda.

Y tanto libro y revista, más lo que te dice la gente (sí, la gente, ese concepto difuso que resulta ser una amalgama de abuelas, madres, tías, todas perfectas y buenísimas y todas "la mejor") te hacen sentir que no estás haciendo las cosas bien, que no estás siendo lo suficientemente firme como para educar al bebé en hábitos de sueño correctos. Mi bebé se duerme en el parque, mirándome, porque le encanta mirarme y vigilarme. Si la meto en la cuna se pone como una fiera, así que la cambio a la cuna una vez dormida. Malos hábitos porque debería dejarla en la cuna, a oscuras y con un osito, para que se vaya acostumbrando. (Antes lo hacía así, pero es que ella no lloraba como ahora porque no se daba cuenta de que la dejaba sola)

Y estos días, hablando con personas que, afortunadamente, reconocen ser menos perfectas que tanta perfección junta, he sabido que dos chicas con hijos de edad cercana a la mía duermen a sus hijos de formas poco ortodoxas. Una la duerme en brazos mientras mira la televisión, y la otra, cuya hija tiene un año, la duerme en el pecho, dándole teta.

Y es que la realidad de un bebé en casa supera los libros y los consejos. Uno hace lo que puede, no lo que sería ideal si el bebé no fuera un bébe y si un muñeco. Además, hay muchas contradicciones en las revistas y libros: hablan de que los niños de otras culturas, que pasan todo su tiempo atados a la madre, no sufren cólicos del lactante. Por otra parte, se habla de que antiguamente, incluso hasta los años sesenta en Bérlgica, por ejemplo, los niños dormían con los padres en la misma habitación hasta la adolescencia, y esto no resultaba un problema para que éstos fuesen independientes una vez llegados a adultos. Pero, sin embargo, insisten en que el bebé debe dormir en su propia habitación y que tiene que aprender a dormirse solo ya desde una edad muy temprana. Y no me casa esto con el hecho de que, durante siglos, la sabiduría popular haya ingenidado sistemas para dormir a los bebés cantándoles nanas, meciéndolos suavemente con cariño y teniéndolos muy muy cerca del corazón de su madre. ¿Un pequeño senegalés, que haya sido criado atado por una tela al cuerpo de su madre es menos independiente que un europeo que haya tenido una educación germánica desde un principio?

Tanta contradición ha acabado por hartarme y ya apenas leo nada y hago lo que considero que puede venir bien en cada momento según mi propio criterio. Eso sí, no la dejo llorar. Ya tendrá tiempo de llorar más adelante, todavía es muy pequeña. Recuerdo todavía el odio que me entró en contra de una pobre auxiliar de enfermería, muy brutita ella, que viéndome con mi bebé recién nacida durmiendo en mi regazo (Tanto mi bebé, que había estado 24 horas sin mí por la UCI, como yo, lo necesitábamos mucho) me dijo que lo estaba haciendo mal, que el bebé se iba a acostumbrar y luego sólo iba a querer estar en brazos. Y yo pensé: "Y si no la cojo en brazos ahora ¿cúando la voy a coger?". Y la odié inmediatamente, la odié por meterse en algo tan sutil, tan delicado, en un lazo tan fuerte y tan especial como el que hay entre madre e hijo, para venir con teorías culpabilizadoras.