So sexy
Nos habla desde una especie de tribuna en la sala de espejos y parquet. Tiene cara caballuna y un cuerpo en el que no cabe un solo músculo más. Un cuerpo fibroso, de anuncio. Es un cuerpo diseñado a su medida día tras día, músculo a músculo. Un cuerpo hermoso en su firmeza y elasticidad, pero un poco plástico. Pienso que caer en su regazo debe ser parecido a rebotar en una cama elástica. Ella, porque es ella, es una chica agradable y muy buena en lo que hace. Sabe de bíceps, tríceps y cuádriceps como para hacer un doctorado y yo la escucho siempre con atención para no lesionarme.
Y entre consejo y consejo bien explicado la oigo decir a menudo "Y en éste track , según la coreografía 55, podemos hacer los abdominales de forma sexy" Y se tumba y contonea un poco el plástico, así, en plan chulo playa, y sonríe. Muchos la imitan sin la suerte de que sus contoneos sean sexys ni por asomo, sino torpes caricaturas, con lo que la situación surrealista y ridícula está servida. Yo me río y no hago movimientos sexys porque yo voy allí a tonificar mi musculatura y mejorarla, pero no pretendo ser una strip-girl, ni tampoco me parece que hacer abdominales tenga por que ser sexy. Me interesa más hacer bien el ejercicio que mostrar mis aptitudes sexys. ¿Hay que ser sexy las 24 horas del día? ¿Hay que hacer el tonto suponiendo que uno es sexy sin serlo para "realizarse"?
Éste ejemplo no es más que una mera anécdota que ilustra, sin embargo, una de las grandes insatisfacciones de la sociedad de nuestros días: Hay que ser sexy siempre, estar en un aparente contínuo celo de plástico. Y la publicidad consigue ahí un filón impresionante. El deseo de ser sexy y de atraer al contrario es algo muy natural, sin embargo. En la naturaleza se da en todos los bichos, que tienen sus épocas de celo, de ponerse guapos, de demostrar su valía y de romperse los cuernos por conseguir el bicho deseado. La vanidad, el coqueteo, el pasear el palmito en plan chulo-playa, es, realmente, lo normal y lo anormal es la represión que muchas culturas hacen. Sin embargo, el que la publicidad explote hasta los límites este instinto puede generar una ansiedad y una insatifacción tremenda, como un vacío inmenso en ése terreno.
Porque ahora mismo, hasta para vender comida para perros te ponen un tío en paños menores, musculadísmo y así como medio sudado con cara de deseo (boca medio abierta, mirada de guerra) o a una chica enseñando hasta el hígado, en postura claramente sexual, y sudada también, claro, por los calores. Es el uso del instinto sexual para vender (algo ya antiguo), pero cada vez más masificado, en más productos, menos sutil, como si ya no nos bastara una insinuación, sino que fuera necesario ponernos a cien para vendernos un mata cucarachas o papel higiénico. Se nos está dando la impresión de que no vale vivir si no se es sexy las 24 horas del día y uno no está sudando y con la boca entreabierta, que éso es lo que da la felicidad además de -claro está- la comida para perros "Hooneymoon", el matacucarachas "Love Me Tender" y el papel higiénico "Sensual Night". Pero me pregunto ¿qué ocurre cuando se llega al hastío?
Estoy acostumbrada a ver cuerpos plásticos, de estos impresionantes en su muscular perfección, y sin embargo, no me dicen nada. No me atraen en lo más mínimo. David, un negrazo que a veces sustituye a mi monitora de los domingos (ésa que es inteligente y gilipollas a la vez)suele pavonear sus abdominales perfectos y su cuerpo mientras dice alguna "guarrería" en plan broma que es muy celebrada por la concurrencia femenina, mayoritaria, claro está. Y yo lo miro casi como si fuera un madelman. Si no fuera porque habla ni lo miraría. Se supone que tanto músculo y tanta pose debería "subyugarme", pero nada. Es como si de tanto ver cuerpos y más cuerpos sexys hubiera desarrollado una especie de inmunidad. El instinto que se atrofia. Se puede decir que yo he llegado ya a una especie de hastío.
Cada persona es un mundo (topicazo al canto) y así como yo reacciono con cierta indiferencia ante estos asuntos sexys (dada mi personalidad poco pasional)-lo cual tampoco es que sea lo mejor, claro, porque me pierdo sensaciones que otros, más vivos que yo, consiguen- hay personas a las que les afecta de tal forma que sufren una gran ansiedad por ello. Últimamente proliferan en la tv francesa y belga, (y no sé si en la española) programas en los que las personas se someten a una serie de operaciones estéticas bajo la mirada de la cámara. La Tv les paga las operaciones y ellos venden su ansiedad y sus sueños así como el proceso de ser rajados en búsqueda de una vida mejor. Los hay que, después de la experiencia, se hacen adictos, y no es que se operen de algo que les traiga a mal traer sólo, sino que continúan en el proceso de modificar y modificar su cuerpo, como si únicamente en ello encontrasen consuelo.
Y me pregunto cuál es el siguiente peldaño en esta insatisfacción generalizada que genera una publicidad que explota un instinto, que de por sí, es de lo mejorcito que tiene el ser humano para pasar sus días lo mejor posible. Vivimos entre los extremos integristas de negar el cuerpo y sus placeres y los extremos mercantilistas de explotarlo al máximo para hacer dinero. Es lógico que tanta manipulación genere un sinfín de problemas psicológicos. Nos vemos en la consula del psi dentro de un par de años, pero eso sí, todos muy sexys en plan chulo de playa, contoneándonos mientras rellenamos la ficha. So sexy.
Y entre consejo y consejo bien explicado la oigo decir a menudo "Y en éste track , según la coreografía 55, podemos hacer los abdominales de forma sexy" Y se tumba y contonea un poco el plástico, así, en plan chulo playa, y sonríe. Muchos la imitan sin la suerte de que sus contoneos sean sexys ni por asomo, sino torpes caricaturas, con lo que la situación surrealista y ridícula está servida. Yo me río y no hago movimientos sexys porque yo voy allí a tonificar mi musculatura y mejorarla, pero no pretendo ser una strip-girl, ni tampoco me parece que hacer abdominales tenga por que ser sexy. Me interesa más hacer bien el ejercicio que mostrar mis aptitudes sexys. ¿Hay que ser sexy las 24 horas del día? ¿Hay que hacer el tonto suponiendo que uno es sexy sin serlo para "realizarse"?
Éste ejemplo no es más que una mera anécdota que ilustra, sin embargo, una de las grandes insatisfacciones de la sociedad de nuestros días: Hay que ser sexy siempre, estar en un aparente contínuo celo de plástico. Y la publicidad consigue ahí un filón impresionante. El deseo de ser sexy y de atraer al contrario es algo muy natural, sin embargo. En la naturaleza se da en todos los bichos, que tienen sus épocas de celo, de ponerse guapos, de demostrar su valía y de romperse los cuernos por conseguir el bicho deseado. La vanidad, el coqueteo, el pasear el palmito en plan chulo-playa, es, realmente, lo normal y lo anormal es la represión que muchas culturas hacen. Sin embargo, el que la publicidad explote hasta los límites este instinto puede generar una ansiedad y una insatifacción tremenda, como un vacío inmenso en ése terreno.
Porque ahora mismo, hasta para vender comida para perros te ponen un tío en paños menores, musculadísmo y así como medio sudado con cara de deseo (boca medio abierta, mirada de guerra) o a una chica enseñando hasta el hígado, en postura claramente sexual, y sudada también, claro, por los calores. Es el uso del instinto sexual para vender (algo ya antiguo), pero cada vez más masificado, en más productos, menos sutil, como si ya no nos bastara una insinuación, sino que fuera necesario ponernos a cien para vendernos un mata cucarachas o papel higiénico. Se nos está dando la impresión de que no vale vivir si no se es sexy las 24 horas del día y uno no está sudando y con la boca entreabierta, que éso es lo que da la felicidad además de -claro está- la comida para perros "Hooneymoon", el matacucarachas "Love Me Tender" y el papel higiénico "Sensual Night". Pero me pregunto ¿qué ocurre cuando se llega al hastío?
Estoy acostumbrada a ver cuerpos plásticos, de estos impresionantes en su muscular perfección, y sin embargo, no me dicen nada. No me atraen en lo más mínimo. David, un negrazo que a veces sustituye a mi monitora de los domingos (ésa que es inteligente y gilipollas a la vez)suele pavonear sus abdominales perfectos y su cuerpo mientras dice alguna "guarrería" en plan broma que es muy celebrada por la concurrencia femenina, mayoritaria, claro está. Y yo lo miro casi como si fuera un madelman. Si no fuera porque habla ni lo miraría. Se supone que tanto músculo y tanta pose debería "subyugarme", pero nada. Es como si de tanto ver cuerpos y más cuerpos sexys hubiera desarrollado una especie de inmunidad. El instinto que se atrofia. Se puede decir que yo he llegado ya a una especie de hastío.
Cada persona es un mundo (topicazo al canto) y así como yo reacciono con cierta indiferencia ante estos asuntos sexys (dada mi personalidad poco pasional)-lo cual tampoco es que sea lo mejor, claro, porque me pierdo sensaciones que otros, más vivos que yo, consiguen- hay personas a las que les afecta de tal forma que sufren una gran ansiedad por ello. Últimamente proliferan en la tv francesa y belga, (y no sé si en la española) programas en los que las personas se someten a una serie de operaciones estéticas bajo la mirada de la cámara. La Tv les paga las operaciones y ellos venden su ansiedad y sus sueños así como el proceso de ser rajados en búsqueda de una vida mejor. Los hay que, después de la experiencia, se hacen adictos, y no es que se operen de algo que les traiga a mal traer sólo, sino que continúan en el proceso de modificar y modificar su cuerpo, como si únicamente en ello encontrasen consuelo.
Y me pregunto cuál es el siguiente peldaño en esta insatisfacción generalizada que genera una publicidad que explota un instinto, que de por sí, es de lo mejorcito que tiene el ser humano para pasar sus días lo mejor posible. Vivimos entre los extremos integristas de negar el cuerpo y sus placeres y los extremos mercantilistas de explotarlo al máximo para hacer dinero. Es lógico que tanta manipulación genere un sinfín de problemas psicológicos. Nos vemos en la consula del psi dentro de un par de años, pero eso sí, todos muy sexys en plan chulo de playa, contoneándonos mientras rellenamos la ficha. So sexy.