Friday, October 28, 2005

Cotilleos intelectuales

¿Podemos vivir la literatura sin hurgar en la vida de los que han dejado una obra para la posteridad? ¿Podemos ver una escultura sin desear saber con quién se acostaba el que la hizo? Quizás sea un poco exagerado, pero me llama la atención ese deseo de apropiarnos de la vida, aunque sea mediante palabras escritas, de aquellos que nos han llamado la atención. A mí me gusta indagar en las vidas de escritores y artistas: es como leer el hola, pero queda más bonito decir que te estás leyendo una biografía de alguna eminencia, así, en plan intelectual, que decir que no te puedes aguantar las ganas de cotillear.

Y lo cierto es que, en cualquier parte, cada vez que buscas literatura, música o lo que sea, surgen libros, artículos con escabrosas vidas de artistas y escritores, con oscuros secretos, amoríos, homosexualidades inconfesas y toda una serie de datos que aumentan las leyendas. Hace poco, buscando una cosa en San Google (bautizado así por Renato), encontré noticias sobre la homosexualidad de Marina Tsvietáeva y sus amantes. Yo no buscaba eso, pero me enganché leyendo el artículo en Clarín en el que contaba sus escarceos. Y en estos casos, a pesar del morbo e interés suscitados, no deja de aparecerme cierto pudor por estar indagando en cosas tan privadas y que, al fin y al cabo, no deberían importarnos a los que leemos sus obras. Porque si yo leo los poemas de esta gran poetisa voy a saber que son buenos sin necesidad que me digan que fue lesbiana. De hecho, antes de saberlo la he leído, y ¿cómo decirlo? No me parece un dato relevante que me aporte nada consistente. Sus poemas son buenos sea lesbiana o no y no la voy a mirar distinto por ese hecho.

Y es que, aunque entiendo el impulso del cotilleo (ahora me estoy leyendo una biografía de Miguel Ángel, aunque no cuenta mucho de sus escarceos con jovencitos) y de hecho me dejo llevar por él, me parece a veces excesivo que contínuamente la literatura se nutra de los secretos de sus escritores, de cómo se lo hacían, de si supuestamente pensaban en mujeres, hombres, cebras o estaban enamorados platónicamente de su tía la del pueblo. Y es que siempre es así. Vale mucho más a veces la leyenda que la propia obra en sí.

Si conoces con pelos y señales las vidas de un número importante de escritores y artistas pasas a ser "culto". Pero lo que has hecho es leerte el Hola, inflarte de cotilleos. No hay una gran diferencia, a pesar de que el Hola hable de princesas, artistas y personajillos de poca monta. Es devorar vidas ajenas, y detenerse en las cutreces y grandezas. Sólo que leer Babelia, biografías o Clarín queda mejor de cara a la galería.

Yo leo el Hola cuando puedo (A ver si esta semana lo puedo comprar para cotillear la boda del Cayetano) y el Diez Minutos on-line. Y también me pillo una biografía de vez en cuando porque me gusta más la realidad que la ficción (la ficción tiene que ser muy buena para que no me aburra)pero no veo gran diferencia entre cotorrear las amantes de Cayetano y los amantes de Catalina II (mola mucho, lo recomiendo), aunque sí es cierto que el Cayetano no tiene ni media hostia en comparación con Catalina de Rusia y sus amantes son mucho más descafeinadas que el Potiomkin y demás. Pero mi morbo es el mismo.

Y no me creo que la gente se lea biografías en plan intelectual por puro amor a la literatura y al arte.

Pongo la dirección del Diez Minutos para aportar un poco de cultura contemporánea a esta bitácora.

Monday, October 24, 2005

Solzhenitsyn

Al final me quedé dormida mientras escuchaba la cadencia de su hablar, sus palabras. Años, años de interés en oírlo hablar en versión original y me quedo dormida.






Solzhenitsyn, para mí un gran escritor y alguien muy valiente. Me gusta su realismo directo, la forma como cuenta las cosas y esa crudeza relatada de una forma objetiva, calmada. Valentía*, la valentía de denunciar los campos de trabajo soviéticos en los que eran esclavizados en condiciones infrahumanas centenares de miles de personas por cuestiones tales como criticar a Stalin o no ser un buen comunista. Y después, desde su salida del laguer hasta su exilio foprzado por el Poder Soviético, en 1974, pasó años en la clandestinidad, vigilado de cerca por la KGB que intenó matarlo, temiendo cada día por su vida y la de sus hijos mientras escribía la gran obra denuncia: "Archipiélago Gulag". Ya era entonces un escritor conocido por haber publicado, bajo la permisión de Jruschióv, "Un día en la vida de Iván Denísovich", novela en la que denunciaba las condiciones infames de los campos de trabajo soviéticos en los que se hacinaban cientos de miles de prisioneros políticos.

Mientras veo los reportajes dedicados a él no dejo de preguntarme qué es lo que puede empujar a un hombre, una vez salido de un campo de trabajo donde llevó una vida humillante y miserable hasta los límites, a iniciar esa lucha sin cuartel contra el poder soviético viviendo en el borde del horror y la muerte durante años, eludiendo la posibilidad de exiliarse por sí mismo. Porque no deseaba exiliarse, sino seguir allí en la lucha clandestina con su mujer y sus cuatro hijos, todos amenazados.

Y escucho como cuenta su forma de entender el nacionalismo ruso, la religión y el sacrificio. Es un hombre muy religioso que habla de cuestiones morales, de la necesidad de ser austero y autolimitarse. Cumplió una función de protesta en un momnto dado, pero ahora nadie le hace caso en su propio país. Pasó de ser un héroe tolstoiano, con su misma barba y el aspecto sencillo de un muzhik, imagen de la resistencia a un simple escritor nacionalista de ideas anacrónicas, anclado en el periodo prerevolucionario.

Y sí, vive fuera del tiempo en su dacha de las afueras de Moscú, rodeada de un bosque, donde lee historia rusa y escribe libros siempre basados en Rusia. Rusia, religión: dos obsesiones. Llega a decir incluso que Rusia no sólo es un país, sino toda una civilización como pocas ha habido en el mundo (y la compara con los romanos y los egípcios). Yo me puedo creer todo lo que me diga, claro, porque por algo es un Premio Nobel insigne, pero es que yo estuve en Rusia, además de ser un tema que, por motivos obvios, me interesa mucho, y como que le falta un hervor para ser una civilización a un país que incluso en los momentos más brillantes de su imperio prerevolucionario estuvo siempre mirando a occidente con un complejo de inferioridad más que considerable a pesar de tener los mejores escritores e intelectuales de la época. Sólo fue un verdadero Imperio en la época soviética. Esa época compleja que tantos quebraderos de cabeza da a los intelectuales por lo que era el comunismo en idea utópica y lo que se hizo de él en la sangrante realidad.

Y pienso que está como una cabra, o como media cabra, sólo, pero algo cabra. Y que quizás haya estado siempre como una cabra porque ese insistir en permanecer en Rusia amenazado de muerte y con sus cuatro hijos y mujer en las mismas circunstancias teniendo en cuenta que en el extranjero podía seguir publicando las atrocidades del Gulag indica ya una percepción del peligro distinta a la más habitual entre nosotros, o una obsesión que puede con todo.

Sigo observando como habla de lo malo que es el hedonismo (mi principal aficción) y de su necesidad de elevarse místicamente y me da un poco de pena. Pienso en su vida, tan austera, tan privada, tan sufrida, con tanto miedo, y creo que sacamos un gran provecho de aquellos que se toman la vida como un heroísmo, un provecho hedonista, justo lo contrario de lo que ellos proclaman. Él hizo su papel, tuvo suerte porque los suyos y él están vivos, y sigue con su obsesión mientras el mundo ya ha pasado página. Sacamos provecho de que, en su obsesión, obviara el peligro. Cumplió su función de denuncia y podía haber muerto: sería entonces un héroe muerto al que se le ponen flores una vez al año y sobre el que se darían conferencias. Sigue vivo. Es un héroe que ya cumplió su función, ya no tiene más que decir, incluso muerto hubiera sido mejor porque le hubiera dado un aura de romanticismo y una idealización que vivo no obtendrá nunca. Sólo cuatro tarados ultranacionalistas le hacen caso.

*Valentía, una valentía de otros que nos es necesaria, un valentía de otros que es más locura que otra cosa. Sacamos provecho de esa locura y después pasamos página. Un acto más de sutil depredación sin colmillos ni garras.

Un gran escritor. Una cabra.

Thursday, October 20, 2005

La proxima glaciación

¿Qué causará la próxima extinción de vida en la tierra? ¿Será un meteorito despistado atraido por la gravedad? ¿Un cometa errado en el cálculo? ¿Podría ser el cambio climático y sus catastróficas consecuencias o una guerra nuclear? No. Nada de esto. Todo esto que cabao de exponer es inofensivo y no tiene verdadero poder aniquilatorio. Lo que causará la próxima extinción de vida en la tierra ni siquiera será nueva hornada de cantantes de OT ni los nuevos ganadores de GH. No, angelitos ellos.

Serán los poetas. Sí, los "poetas". La poesía cursi y empalagosa que peligrosamente se propaga por internet y sorprende a cada paso, como si de una suegra tenaz se tratase, tiene el curioso y espeluznante poder de derretir neuronas y dejarlas cual manteca cocida: pastosillas. Llega un momento en el que el sujeto infectado por un brote de poesía a causa de su ingestión masiva de estos productos, no alcanza a saber qué es la ironía, se manifiesta incapaz de entender la sátira más exagerada y pierden el sentido crítico o incluso la capacidad de reirse. Tanto es así, que la falta de risa y el navegar alado etéreo y ausente entre metáforas topicas y manidas, producen una bajada de temperatura corporal de medio grado que traducido a millones y millones de personas puede hacer bajar la tempertura en la tierra en unos cinco grados de media, lo que daría lugar a la próxima glaciación, con las temibles consecuencias que ello traería.

Todo hielo y millones y millones de autómatas escribiendo poesías cursis con las que infectar a los demás.

Yo para entonces quiero haberme hecho fabricante de iglús, por eso de la especulación inmobiliaria. Sí, quizás tenga incluso la oportunidad de hacer fortuna.

Tuesday, October 11, 2005

El tercer sexo

Nunca he tenido claro qué es exáctamente eso de "sentirse mujer". Biológicamente soy una mujer y así lo corrobora mi aspecto exterior, mis variables hormonales y mi análisis cromosómico: XX. Pero no me "siento". Y tampoco es me sienta ninguna cosa en especial ni esté disgustada con el sexo que me ha tocado en suerte, no. Yo estoy bien así y no deseo ser ninguna otra cosa diferente a lo que soy (bueno, mejoraría algunos aspectos míos, como el hecho de conseguir ser más dinámica y tener una mayor iniciativa, ya que soy de natural perezoso)y con esto me refiero a que mi condición de mujer no me supone un problema, como creo que ser hombre tampoco me lo supondría.

Me siento persona, ser que además de tener unos rasgos genéticos determinados y pertenecer a un especie en concreto, también tiene un sexo, pero esto lo veo como una cuestión menor - porque la naturaleza da tres posibilidades en nuestra especie o XY o XX o (X...) y ésta última X representa las diferentes variables cromosómicas que se dan cuando XY o XX no funcionan como en un principio se pretende- y a mí me tocó XX al igual que el pelo rizado, la raza caucásica y los ojos claros.

Pero no es una cuestión menor, no sólo por el hecho de que el sexo determina la función que cumples en la sociedad y lo que se espera de ti marcando así toda tu vida, sino porque hay personas que no se sienten en su sexo y se pasan luchando toda la vida por cambiarlo. Es un tema que me llama poderosamente la atención y con el que estoy bastante sensibilizada desde hace años: la transexualidad.

El caso es que no puedo entender qué sienten, pero los veo sufrir mucho y eso me indica que, efectivamente, necesitan ese cambio de sexo para poder encontrar la paz con ellos mismos. Y estoy totalmente de acuerdo en que se les financien las operaciones y se les haga lo más fácil posible el camino de conseguir el cambio de nombre y su normalización social.

Pero aunque desee su normalización y el hecho de que inicien una nueva vida como personas del sexo que ellos sienten como suyo, no dejo de preguntarme si el ocultarse bajo una nueva identidad para que la gente no sepa que antes fue un hombre o una mujer no es una forma de "normalizar" que no soluciona el problema de fondo: la discriminación. Y con esto me refiero a que se pueden ocultar (y así se debe hacer si ellos lo desean para vivir una plena vida de hombre o mujer a la vista de los demás porque su aspecto externo así lo denota), pero que realmente lo importante es que la sociedad acepte, poco a poco, que no sólo existen XX y XY, sino (X...) o XY y XX que no quieren ser XY y XX, y que aprenda a tenerlos en consideración por lo que son, y a respetarlos, y a darles una vida digna aunque vayan con minifalda y se llamen Manolo.

Veo el caso, por ejemplo, de los que son hermafroditas. El hermafroditismo - sobre el que hay muchas leyendas - existe, pero no es ni mucho menos tal y como la imaginación los describe. No suele tener origen cromosómico sino hormonal: una persona con cromosomas XY puede desarrollar organos sexuales femeninos (y dejar los masculinos en un estado hipertrofiado) si se produce una interación en las células de crecimiento de los órganos sexuales masculinos. Es un fenómeno extraño, pero ocurre en uno de cada 200.000 nacimientos. Ocurre que la persona afectada tiene órganos sexuales de ambos sexos pero poco desarrollados: presenta un pene más pequeño de lo normal pero mucho más grande que un clítoris común, así como labios mayores, pequeños testículos y pequeña vagina. Son estériles y algunos son heterosexuales y otros homosexuales.

En USA, por la política de normalización, se procedía sistemáticamente (previo consentimiento de los padres)a extirpar el clítoris-pene para convertir al hermafrodita en una mujer legalmente que no supiera nunca que había nacido sin un sexo definido. Ocurría así, que personas XY, han vivido toda su vida como mujeres pero sin clítoris, por lo que se quejan de que se les ha privado de su placer sexual. Normalizadas, pero no tanto. Frente a la sociedad son mujeres y tienen ese estatus, a veces aceptado, pero otras veces odiado. En secreto, sin embargo, guardan un gran dolor, el dolor de que se les eligiera una identidad sexual de una forma arbitraria porque la sociedad no tolera el tercer sexo: el hermafroditismo no existe

Como ellos se denominan, son intersexuales, sin estar en ninguna parte. Ni hombre ni mujer.

Es curioso, pero yo los comprendo bastante bien, o así lo creo. Es ese deseo de ser personas, más allá del rol que un determinado sexo impone. Porque es cierto que somos sexo, sí, es una parte importante de la vida ligada en un principio al instinto, y después a muchos más componentes sociales y culturales, pero más allá de ser mujer o ser hombre, más allá, está el hecho de ser persona. Y pienso que estaría muy bien, si alguna vez es posible, (utopía, hoy me he levantado utópica)) que aceptásemos a las personas más allá de los bajos, que aceptásemos un tercer sexo, que existe, como lo que es: Ni hombre ni mujer, persona.

Monday, October 10, 2005

Galápagos

Hay personas que, de una forma curiosa, pasan a formar parte de mi vida por causas que ellos nunca jamás se planearían. Me pasa con José Saramago, sí, el escritor. No es que haya una razón especial para que forma parte de mi vida: ni siquiera he leído su obra ya que lo intenté en su momento y no pude con el "Memorial del Convento" debido a sus intrincadas frases que me obligaban a ser una lectora heroína de lucha feroz contra subordinadas de tentáculos envolventes que me sumían en una maraña complicada: algo así como luchar con un pulpo o con un calamar gigante.

Pero sí, Saramago es alguien que me suele dejar pegada al televisor en cuanto lo veo. No es tampoco su labor solidaria la que me llama la atención (ya que hay otros escritores y personajes públicos que también se comprometen) ni su fama o su prestigio como escritor ya que vivo bastante al margen de la actualidad literaria.





"Tiene cara de tortuga". Me digo cada vez que lo veo. Y lo observo, lo vuelvo a observar, lo escucho hablar, mido sus movimientos, su forma de abrir la boca, sus manos, su movimiento de ojos. Y me vuelvo a decir "Tiene cara de tortuga". Y me fascina el rostro galápago de Saramago. Me pasaría horas observando a esta tortuga parlante que se me antoja calmada y agradable. Es más, no sólo lo pienso cuando lo veo sino que, cuando escucho o leo su nombre me digo: "Tiene cara de tortuga" y me pongo a pensar en que sí, que parece una tortuga, que no puedo evitar pensar que parece una tortuga y que quizás escriba como una tortuga, lento, en filigrana y en línea recta dejando huellas de su paso.

Me pasa también con otro amigo: "Tiene cara de tortuga", pienso, pero él no lo sabe, claro. No le puedo decir que se me antoja una tortuga a alguien que quiere vivir rápido y fumarse la vida: sería como un insulto. Pero el caso es que a mí me gustan mucho las tortugas y posíblemente tenga alguna en cuanto la niña crezca y me la pida. Vamos, que para mí tener cara de tortuga no es un insulto sino algo simpático: me gustan las caras de tortuga.

Hay veces que uno se debe fijar en la importancia de la persona, en su labor, en su compromiso, en su prestigio, en su esfuerzo y sin embargo, se fija en detalles nimios e intranscendentes. A mí me ocurre cada vez más y no sé si es por una cuestión de saturación ante tantas importancias. Más que preocuparme, por ejemplo, que uno de mis vecinos fue un cirujano de prestigio, muy celebrado, y que hay que ser muy educado con él (aparte de sentirse halagada por vivir en vecindad y compartir escalera y ascensor, aparte de metros cúbicos de aire- respiramos el mismo oxígeno- on una eminencia), me preocupa el hecho de que a la italiana de abajo le he visto una vez las bragas, y que su hija se pinta tanto los ojos que parece que le han dado un par de hostias. Y me preocupa el desmán estético de las bragas de la italiana de abajo porque creo que debería hacer una renovación de armario urgente ya que son tipo faja de estas sesenteras, que le deben apretar un montón y dar alergias. Y bueno, lo de los ojos de la hija me preocupa porque más de un vez me he llevado un buen susto, y si sigue así me puede perjudicar seriamente la salud.

También me preocupa, y mucho, que la italiana de abajo (la hija) quiera ser cantanta, y no porque se pase el día gorgojeando y yo la escuche en cuanto entro al edificio cantando canciones de Laura Pausini para presentarse, quizás, a algún concurso, (aunque temo que tantas ondas sonoras puedan dañar la estructura del edificio), sino porque si se hace famosa y multimillonaria y consigue martillearnos a todos con gorgoritos apasionados y canciones melódicas insufribles no podré chantajearla con oscuros secretos sobre su pasado ni escuchas telefónicas porque no he tenido aún ocasión de espiarla como Dios manda.