Saturday, December 17, 2005

Transcendencia

Ya no se puede ser frívola, ni anodina, ni intrascendente. Se acabaron los tiempos en los que una se compraba unas bragas pensando sólo en detalles superfluos como que sean monas, que no piquen, que las costuras no dejen marcas, que sean cómodas. Ahora, comprarse las bragas es todo un momento de reflexión sobre el mundo y de involucrarse a fondo en temas de extrema importancia como la vida, el ser humano, si hay seres en otros planetas, si las alcachofas transgénicas tendrán las flores naranjas o azules, si la mosca del vinagre está con depresión debido al estress.

Compro un pijama y la dependienta me da un catálogo que mete en la bolsa. En casa lo miro por curiosidad, por ver si hay otros pijamas y ropa interior que me gusten. Nada más abrirlo me sorprendo: es una revista y en inglés, algo así como un "estilo de vida en pijama y bragas y sujetador". Hojeo brevemente y encuentro un artículo, muy estiloso y mono en su presentación que se titula "Do you blog?". Y leo después de la definición de lo que es un blog: "diario íntimo público" (uhhhh, anda si estoy contando mis intimidades) que dice "¿Serán los blogs la nueva esperanza de salvación del pueblo?".
Y yo me sentí culpable de estar pensando en si las costuras me iban a picar. Muy culpable. Horríblemente culpable. Porque jo, estaban hablando de salvar al pueblo mediante los blogs. Y yo pensando en el color y lo fashion de unas lentejuelas que tiene así como verdes. Y me sentí todavía más culpable. Hojeé el resto de revista, huyendo vergonzosamente del artículo en cuestión y encontré a modelos muy delgadas, estilo Kate Moss, con poses que son las que se suponen deben tener las de intelectuales frikis interesantes, un poco espatarradas, y así como con un aire de transcendencia postmoderna bragueril y pijamil que me hizo llegar a la conclusión de que ellas sí están salvando el mundo a través de las bragas, y de que el hecho que las costuras picasen o no, era una banalidad de la que debo arrepentirme porque vistas las estóicas poses está claro que eso no es lo verdaderamente importante.

Otra de las cosas que percibí en mi transcendente viaje entre sujetadores empíricos fue el nombre de Houellebeqc un par de veces. Y, jo, es que soy un desastre. Si no nombras a Houellebecq hoy en día no eres nadie, pero nadie. Y yo nunca lo he nombrado hasta ahora, por lo que me di cuenta de que no soy nadie. Pero eso lo voy a arreglar en la última línea de éste post.

Bueno, a lo que iba. Que resulta que los blogs pueden ser una esperanza de salvación del pueblo y yo aquí sin saberlo y sin salvar al pueblo de tantas y tantas amenazas que se ciernen sobre él. Que sé que al haber comprado bragas, sujetadores y pijamas de la susodicha marca estoy contribuyendo de alguna forma a la salvación de la humanidad, por lo que me siento tremendamente orgullosa, pero claro, me queda un resquicio de culpablidad (ay, mi conciencia) por no haber usado nunca mi blog, que es un arma poderosísima, parece ser, para salvar al pueblo. ¿Y qué hago? ¿Cómo os salvo? ¿Podré salvar a la bumanidad si cuento lo que he desayunado hoy o a quién he visto en el centro comercial? ¿Si os digo que Madame S., mi vecina, va con sandalias y calcetines raídos en pleno invierno puede ser un asunto de vital importancia en el que toem cartas la OTAN y el Pentágono? ¿El hecho de que mi vecino de enfrente se pelee con su novia en el descansillo del ascensor cada dos días (son de un discreto... y eso que viven juntos, por lo que se podrían pelear dentro) podría evitar una invasión extraterrestre? ¿Y el italiano malo maloso que anda desaparecido desde hace más de un mes y no sé si se lo han comido en la lasaña? ¿Podría esto solucionar el hambre en el mundo? Que todo esto pueda salvar a la humanidad me parece de una tal transcendencia e importancia en mi vida que me ha dado un shock y creo que se me ha fundido el chip de la frivolidad. Ya no podré ser más frívola porque llevo un pijama transcendente y un sujetador filosófico. Pediré consejo a Lucía Bert, de las transcendentes bragas malva, que fue iluminada mucho antes que yo por la senda de las bragas virtuosas para ver como puedo enfocar esta nueva etapa de mi vida.

Pose así como intelectual friki postmoderna con gafas coloreadas para no ver un carajo, me echo el pelo hacia atrás en plan empijada Victoria Beckham y hala, preparaos, que voy a salvar al mundo. Houellebecq, Houellebecq, Houellebecq, Houellebecq, Houellebecq, Houellebecq. Por obra y gracia del santísimo pijama ya soy alguien. Houellebecq, Houellebecq, Houellebecq, Houellebeq. Gracias, oh, aturquesado pijama mío: Ya siento que soy alguien. Houellebecq, Houellebeqc, Houellebeqc.

Friday, December 09, 2005

Blondes, pulpeuses, y otras hierbas

Rubias. Programa de la tv francesa "Ça se discute". ¿Qué tipo de mujer prefieren los hombres? ¿La imagen ideal es la de una rubia voluptuosa?

Hablan personas anónimas que cuentan sus experiencias y testimonios. Y la encuesta muestra finalmente que los hombres franceses prefieren en un 53% a "les brunes pulpeuses" (morenas voluptuosas). Mientras tanto, ha dado tiempo a que las rubias naturales se quejen amargamente de lo que supone ser rubia, de la mirada de los hombres sobre ellas, del tópico de "blondasse" (rubia gilipollas, muy despectivo) o del tópico de mujer fácil.

En la encuesta las preferencias de los hombres quedaban así: , es decir, que prefieren a las morenas voluptuosas, después las rubias voluptuosas, y despues las morenas delgadas y las rubias delgadas. Lo cual es sorprendente porque existe la creencia de que los hombres las prefieren rubias en su mayoría.

Pero más allá de la sorpresa me interesan algunos testimonios, como el de un peluquero que convirtió a su mujer en rubia y que pugna por oxigenar a todas las clientas que se acercan a su peluquería, les quede bien el amarillo canario o no (las hay con piel demasiado oscura como para que el rubio quede bien). Su mujer, una morena reconvertida a la causa de las rubias, dice que "lo hace para gustar a su marido, porque para gustar a un hombre hay que cuidarse y ponerse lo que a él le guste". El peluquero en cuestión desea a su mujer estilo Barbie, y la pasea vestida como tal, con orgullo, pero luego se siente invadido y molesto por la mirada de los otros hombres, ante su trofeo de llamativa blonde delgada. Que no la miren, por favor, que se pone celoso. Otra rubia -un poco rellenita- dice que ella desea adelgazar como sea ya que fue delgada en su momento pero engordó por un problema de ansiedad y que su actual compañero sentimental le dice que "mira, aunque estés gorda no te voy a dejar y te acepto así, pero preferiría que estuvieses delgada". Y así vive, jodida, obsesionada por adelgazar para adaptarse al tipo de mujer que él sueña. Ésta chica, además, considera a un hombre que confiesa que le gustan las gordas y que es algo que no puede evitar desde adolescente (intentó ocultarlo a sus amigos saliendo con delgadas para dismular, porque parece ser que está mal visto) como un "pervertido". El "pervertido" en realidad es una rara avis de la sinceridad, o eso parece, y dice que cuando se masturbaba sólo podía pensar en gordas y no en delgadas. Y yo me pregunto qué perversión hay en los antiguos, en Rubens, en Tiziano, Ingres, en los primitivos que esculpieron la Venus de Vilhendorf. ¿Es una perversión de la sociedad actual de occidente y el peligroso mundo de internet? Llamar perversión a algo que ha sido natural, e incluso, lo más comunmente aceptado durante siglos me choca.

Aparece una rubia pulpeuse (me encanta esta palabra), con un escote considerable y unas tetas que (hasta a mí me dan ganas de darle un mordisco porque es como una manzana jugosa, jugosa) quejándose de las desgracias de ser rubia pulpeuse y de que no la tomen en serio en el trabajo mientras alza el pecho y se contonea para que se note bien cuales son sus poderes. Y una morena pulpeuse, tirando a gordita, que fue delgada, mueve sus tacones de aguja y muestra orgullosa hasta donde le sube las tetas el wonderbra, (y dan ganas de darle otro mordisco y eso que una no es lesbiana, con lo que me imagino el efecto en un hombre), pero esta, que no es especialmente guapa, es singularmente atractiva por la seguridad en sí misma y el erotismo que transmite. Se gusta así y eso le da un poder tremendo.

Y veo los ejemplos de las mujeres que se adaptan al criterio estético que les imponen las fantasias de sus parejas y me da la impresión de que van a vivir en un estado de ansiedad permanente. Y recuerdo la época en la que yo, que soy morena de pelo color negro, pero negro (ala de cuervo, se dice), comenté a mi pareja que deseaba hacerme unas mechas castaño claro y él me dijo que no, que a él le gustan morenas de cabello negro-negro. Y yo me hice las mechas, claro. Y como me quedaban bien y yo estaba tan feliz con mi cabello castaño claro y mis mechas a él también le gustó. Porque no era tan importante el color de mi cabello como verme feliz. Una persona feliz es atractiva, siempre, aunque sus rasgos no sean los más perfectos y los kilos campen a sus anchas. Y me parece terrible que todavía exista ese no disponer de su propia estética y su propio cuerpo en una sociedad como la francesa, donde se supone se habían superado muchas barreras machistas. No es que todas las mujeres sean así, claro, pero creo que hay un número considerable aún de ellas que se ciñen a los criterios de "ser para alguien", no "ser para sí". Y ese concepto no está muy lejos de la forma de actuar de aquellas que llevan el velo islámico o el sharshaf.

Thursday, December 08, 2005

El canto de las ballenas

Dama de Porto Pim. Anoche estuve viéndola, un trozo de peli. La ví porque me llamó la atención en su sinopsis el hecho de que "una sofisticada dama que ocasionalmente se decica a la prostitución y un joven arponero, animal bello y salvaje, que atrae a las ballenas con su canto, se enamoran". Y es que me desconjonaba sólo de pensar lo del canto seductor de ballenas, el arponero así como salvaje cantando a las ballenas en plan neoromántico, la sofisticada dama sufriendo por una montaña de músculos cantaores. Y bueno, ahí que anduve descojonándome un rato. Película mala. Pero mala y tópica. De esas que se hacen raspando subvenciones y a las que les dan un toque pretencioso que se supone -un suponer- elegante y místico. Actores buenos: Emma Suarez, Resines. Que en algo tienen que trabajar para ganarse el pan, porque no sólo se vive de buen cine, o que se lo digan al endiosado de Liberto Rabal.

Y al final de la peli colofón: El arponero, sintiéndose traicionado por la excabaretera sufriente que lo ama pero cuyo comportamiento es equívoco, dado que está amenazada de muerte por uno que la salvó de los nazis y la considera su propiedad, se la carga con un arpón para cazar ballenas como si cazara a una ballena mientras ella duerme. Luego llora, porque las últimas palabras de ella en el lecho sufriente son de amor hacia él, y se da cuenta de que se ha equivocado. Y termina la peli con voz en off, como si fuera el arponero que con el transcurrir del tiempo reflexiona en plan cursi-místico-profundo: "Tuvo la culpa el sentirme traicionado y el maldito canto de las ballenas".

Ya, el canto de las ballenas. Ya estamos mitificando los crímenes pasionales como si fueran actos de amor llevados hasta el extremo. El cine y la literatura se pasan muchos pueblos en su visión tópica de los crímenes pasionales. No todo el cine ni toda la literatura, claro, pero sí hay mucho de eso. No se le ocurre decir que se la cargó porque tiene un trastorno mental o porque es así de hijo de puta, no, siempre una excusa romántica, así como bonita, que quede bien, para que el público entienda que, qué pena, es que no había otra salida al romanticismo incandescente de tanto amor más que cargársela muy estéticamente (jo, con un arpón de ballenero, qué fin más original), y derrame unas lágrimillas antes de irse la Macdonalds de enfrente a inflarse de hamburguesas y patatas fritas después de haber dejado el patio de butacas repleto de restos de palomitas. No, "El canto de las ballenas"; la excusa perfecta. Y así tantas y tantas películas en las que se decoran los crímenes pasionales como si fueran en la realidad así de profundos y místicos, en lugar de historias sórdidas de enfermedad. Es un ejemplo de tantos que pueblan el cine, en el que se sirven tópicos de este estilo que son asimilados por el espectador como "romanticismo".

Y se habla de como erradicar la violencia, los crímenes pasionales, las mujeres asesinadas cada año mientras se mitifica el hecho de cargase a un amante a causa de una traición. Como muy coherente y tal.

Ahora que he aprendido y cada vez que haga algo mal lo voy a decir: "que yo no tengo la culpa, no, que la culpa la tiene el canto de las ballenas".