Mujeres flauta
Me podría quedar horas mirando las imágenes del Nodo. Bueno, ésto creo que nos pasa un poco a todos. Son fascinantes en su lejana cercanía. Hoy, en un reportaje en ARTE sobre el Cordobés y su triunfo utilizado por Franco para entretener a las masas y darles esa la ilusión de que analfabeto y hambriento uno podía llegar a ser millonario por la Gracia del Régimen, había imágenes de Nodo. Caras, gentes peinados, gafas, formas de moverse y hablar. La seducción del corsé y el fingido recato. Los gestos medidos y contenidos. ¿Cómo seducían los hombres y mujeres de la época que iban a una plaza a ver al héroe que saltando la rana de una forma un tanto basta, aunque muy peligrosa, se jugaba la vida y los hacía vibrar?
Las mujeres tenían voz de flauta. Sí hablaban como flautas, conteniendo la voz para hacerla más aguda y ,con esto, posíblemente más dócil y angelical, apta para el matrimonio y la dulce vida en familia de misa los domingos. Es parecido a como hablan muchas inglesas ya de cierta edad, impostando la voz de una forma muy falsa y poco natural para dar un impresión de calidez en el trato, cuando, realmente, su calidez equivale a la de un pollo congelado. Y esa voz de flauta, que tanto debía poner a los hombres de entonces, ya apenas existe. Ahora tampoco se lleva la naturalidad, sino el arrancarle a la voz un tono carrasposo, ronquillo, ligeramente desafinado incluso para acercarse más a la voz "rota" de Silke. Las inglesas también, y de hecho, creo que es una moda importada, quizas de USA, imagino. Arrastran la voz con un deje ronco, así como pasado de todo, desinteresado, que, supuestamente, debe hacer muy interesante y filósofico el decir "quiero un hamburguesa con patatas fritas".
El pulcro peinado enlacado hasta las orejas, los corsés, los cortes de los trajes, tan marcados, con sus lazos de raso. Las mujeres debían dar una imagen de perfección, de pulcritud, de cursi dulzura bondadosa, de armonía para convencer de su capacidad de tener una casa limpia y de ser capaz de criar ocho hijos sin despeinarse una mecha de la tonelada de laca. Porque el que no se moviera un pelo era síntoma de decencia. Todo bien atadito, al igual que la ropa en los cajones, las camisas planchadas y la comida lista en punto, habiendo dado tiempo a rezar el Ángelus.
Gestos, gestos medidos hasta el infinito. Esas piernas que no se abren más de la cuenta, ni un minuto de relax, esa tiesa actitud de sonrerir cuando el hombre dice una gracia y escandalizarse por soberanas tonterías diciendo luego con voz de flauta algo así como que Dios ha querido que las mujeres y los hombres seamos muy distintos. Hasta los tortazos que se ven en el cine, dados por damas indignadas porque el galán les ha dado un beso de tornillo, tienen un no sé qué de flauta. Es como si pegaran con un flauta.
Son gente anónima, que, quizás ya no vivan o, si viven, posíblemente tengan un aspecto muy distinto al de entonces. Incluso es muy probable que, tras años sin corsés, no se muevan de la misma forma y no tengan ya voz de flauta. E incluso puede que los kilos de laca hayan desaparecido sin dejar rastro o que las pelucas las hayan donado a un convento de monjas Ye-ye.
Todo ese mundo que yo contemplo desde la distancia y que nunca he vivido, se me antoja invivible y, sin embargo, yo también lo hubiera vivido así. Porque no había otra. La presión social era tan fuerte que pocas personas podían rebelarse y no ser mujeres flauta. Sólo hay una cosa que creo, era mas adecuada a la realidad de la mujer: podía tener unos kilos de más y ser considerada guapa y apetecible. Ahora, con la época de las mujeres chupa-chups (tipo Victoria Beckham, que está tan flaca que se le ve la cabeza muy grande en comparación con el cuerpo), cualquier de estas muejeres del Nodo, mostrando sus recatados brazos regordetes y sin un sólo músculo que indicara gimnasio o esfuerzo físico (los esfuerzos de este tipo los hacían las chachas, no las señoritas de buena familia), sería presionada para que se pusiera a dieta inmediatamente. Paradójico: en lo únic en lo que eran libres las mujeres flauta era en el comer: podían comer todo lo que la economía permitiera.
Las mujeres tenían voz de flauta. Sí hablaban como flautas, conteniendo la voz para hacerla más aguda y ,con esto, posíblemente más dócil y angelical, apta para el matrimonio y la dulce vida en familia de misa los domingos. Es parecido a como hablan muchas inglesas ya de cierta edad, impostando la voz de una forma muy falsa y poco natural para dar un impresión de calidez en el trato, cuando, realmente, su calidez equivale a la de un pollo congelado. Y esa voz de flauta, que tanto debía poner a los hombres de entonces, ya apenas existe. Ahora tampoco se lleva la naturalidad, sino el arrancarle a la voz un tono carrasposo, ronquillo, ligeramente desafinado incluso para acercarse más a la voz "rota" de Silke. Las inglesas también, y de hecho, creo que es una moda importada, quizas de USA, imagino. Arrastran la voz con un deje ronco, así como pasado de todo, desinteresado, que, supuestamente, debe hacer muy interesante y filósofico el decir "quiero un hamburguesa con patatas fritas".
El pulcro peinado enlacado hasta las orejas, los corsés, los cortes de los trajes, tan marcados, con sus lazos de raso. Las mujeres debían dar una imagen de perfección, de pulcritud, de cursi dulzura bondadosa, de armonía para convencer de su capacidad de tener una casa limpia y de ser capaz de criar ocho hijos sin despeinarse una mecha de la tonelada de laca. Porque el que no se moviera un pelo era síntoma de decencia. Todo bien atadito, al igual que la ropa en los cajones, las camisas planchadas y la comida lista en punto, habiendo dado tiempo a rezar el Ángelus.
Gestos, gestos medidos hasta el infinito. Esas piernas que no se abren más de la cuenta, ni un minuto de relax, esa tiesa actitud de sonrerir cuando el hombre dice una gracia y escandalizarse por soberanas tonterías diciendo luego con voz de flauta algo así como que Dios ha querido que las mujeres y los hombres seamos muy distintos. Hasta los tortazos que se ven en el cine, dados por damas indignadas porque el galán les ha dado un beso de tornillo, tienen un no sé qué de flauta. Es como si pegaran con un flauta.
Son gente anónima, que, quizás ya no vivan o, si viven, posíblemente tengan un aspecto muy distinto al de entonces. Incluso es muy probable que, tras años sin corsés, no se muevan de la misma forma y no tengan ya voz de flauta. E incluso puede que los kilos de laca hayan desaparecido sin dejar rastro o que las pelucas las hayan donado a un convento de monjas Ye-ye.
Todo ese mundo que yo contemplo desde la distancia y que nunca he vivido, se me antoja invivible y, sin embargo, yo también lo hubiera vivido así. Porque no había otra. La presión social era tan fuerte que pocas personas podían rebelarse y no ser mujeres flauta. Sólo hay una cosa que creo, era mas adecuada a la realidad de la mujer: podía tener unos kilos de más y ser considerada guapa y apetecible. Ahora, con la época de las mujeres chupa-chups (tipo Victoria Beckham, que está tan flaca que se le ve la cabeza muy grande en comparación con el cuerpo), cualquier de estas muejeres del Nodo, mostrando sus recatados brazos regordetes y sin un sólo músculo que indicara gimnasio o esfuerzo físico (los esfuerzos de este tipo los hacían las chachas, no las señoritas de buena familia), sería presionada para que se pusiera a dieta inmediatamente. Paradójico: en lo únic en lo que eran libres las mujeres flauta era en el comer: podían comer todo lo que la economía permitiera.