Thursday, June 30, 2005

Uououoooohhhh!!!!

Uououoooohhhh!!!! Uhhhhhhhh!!!!! Mmmmmmmmm!!!! Hiiiiiiiii!!! Uououooohhhh!!!!

Así cantan. Estaba viendo el otro día un bodrio de programa nocturno: "Gente de primera" con gente que desea ser cantante y metérsenos por los oídos a toda costa aunque no queramos y constaté que su "estilo" era un "uouooohhhh!!!!".

El estilo "uouohhhhh!!!!" consiste en hacer con la voz toda una serie de ridiculeces que estéticamente quedan de pena, con el fin de mostrarnos su arte y lo bien que cantan. Creo que ese estilo fue inventado hace unos años, cuando empezaron a surgir grupos con canciones más o menos pegadizas, más o menos buenas, pero cuyos cantantes carecían de una buena voz. Entonces comenzaron marcar estilo haciendo aspamientos, ya que no podían competir en voz. Y nos hemos quedado con los aspamientos poco naturales, forzados e incluso desagradables al oído. El problema es que ahora, incluso los que tienen voz, creen que deben hacer toda una serie de gorgoritos, suspiritos extraños extraños y distintos carraspeos para convencernos de su arte.

Curioso es también el grado de imitación al que llegan aquellos que desean tener su propio estilo. Por lo bajo, me refiero a aquellos que se ponen el listón de lo más grande en "Operación Triunfo", las imitaciones son a Bisbal con sus gorjeos y a Bustamante. ¿Y yendo por lo alto? Me refiero a aquellos que tienen buena voz y buscan el aplauso de un público más refinado. La referencia es siempre Ana Belén con su "mmmmmm" así como placentero y pretendidamente seductor (que a mí me da una grima...).

De los imitadores de Triunfitos se puede esperar todo, ya que el gusto musical no está muy dedarrollado y se tragan cualquier cosa con tal de que griten mucho y hagan muchos aspamientos gorgoríticos popfolclóricos. Pero, pero los otros... Aquellos que pretenden tener un gusto más refinado y saben además que sólo el estilo propio los puede salvar o sacar adelante en un mercado tan competitivo ¿por qué se empeñan en destrozar las canciones pese a su buena voz y sensibilidad imitando los "mmmm" los "uououohhhh"? ¿No se dan cuenta de que sólo sobrevive la voz limpia? ¿No se dan cuenta de que sólo sobrevive el que canta como si hablara y te contara una historia?

Brel, Brassens, Serrat (sin la voz de los anteriores pero con un estilo limpio personalísimo), La Pradera, Llach, Johnny Cash, Orbison, Elvis, Piaf, Pablo Milanés, Victor Jara, Bulat Okudzhava y tantos y tantos otros que son ya clásicos y sobrevivirán al tiempo (ahora mismo sólo me acuerdo de un racimo) tenían la voz limpia, sin gorjeos extraños que pretendieran hacerlo personales. Su personalidad salía al encuentro del espectador desde la desnudez de la voz y la sencillez.

Qué pesaditos se ponen, la verdad. Da una mezcla entre penita y grima escucharlos. Penita por voz desaprovechada, y grima porque ¿no se dan cuenta de que es feo de cojones, antiestético para el oído, ese gorjeo intermintente que no deja que nos hipnoticen con su personalidad? Ay, Brel y Brassens que estáis en los cielos.

Monday, June 27, 2005

¿Se puede ser inteligente y gilipollas a la vez?



¿Se puede ser gilipollas e inteligente a la vez? Sí, se puede. Este fin de semana he tenido la ocasión, turbadora y extraña, de comprobarlo.

Myriam, mulata (Martinica pero criada en París, ohhhh, Paguí, Paguí), bajita. Profesora de fitness. Excelente conocedora de su profesión, de los ejercicios físicos y de cómo hacerlos para conseguir el máximo rendimiento sin lesionarse. Quedó segunda en el campeonato mundial de Fitness hace unos años, y así nos lo hizo saber, para que no nos quedase duda alguna de su excelencia.

Hay otros profes buenos, pero yo voy a sus clases porque estoy muy limitada por el tiempo y el horario en el que ella da clase es cuando puedo dejar a mi bebé con su papi por unas horas para dedicarlas a mí y a mi recuperación física. Los que me conocéis desde hace tiempo seguro que recordáis mi aficción al ejercicio físico y lo que me gusta ir al gimnasio a sufrir.

Y ella es buena en lo suyo. Es buena porque sabe, sabe mucho, y para saber hay que tener inteligencia. No es cierto que la gente de los gimnasios sean unos cabezas de chorlito (ya hablaré del chorlito, por cierto, que es un pájaro muy listo, nada tonto, con una hermosa cabeza a rayas blancas y negras horizontales). La mayoría de los monitores saben muy bien lo que hacen. Myriam es inteligente, pero es gilipollas. ¿Qué se le va a hacer?

Ayer la obserbaba yo, cual pacífico tiburón, mientras hacíamos un curso de pesas: "Body pump". Nos explicaba los ejercicios, nos advertía de las lesiones y de que los hiciéramos bien y nos decía que no cogiéramos pesos que no pudiésemos manejar. Pero luego, al ver la prudencia de la gente cogiendo pesos que sí podían manejar, incitaba a ir hasta el límite, demostrando que "ella sí podía". ¿Y cómo no iba a poder si es su profesión y a lo que se dedica unas cuantas horas al día? Y así todo el rato, en plan graciosilla, con bromitas tontas. El problema es que si fuerzas y además -con la presión por quedar bien delante de ella- haces el ejercicio mal, te puedes lesionar. Y creo que eso lo sabe.

El límite de la gilipollez llegó cuando, haciendo bíceps, ejercicio que nos mostraba otra monitora (muy maja ésta, además de buena en lo suyo, y creo que podré ir a alguno de sus cursos), la Myriam, quizás no pudiendo soportar el protagonismo de esta otra chica, se puso a hacer el mono con unas pesas bastante fuertes gilipolleando con ellas, sin hacer el ejercicio bien y desviando nuestra atención del ejercicio en sí.

Vamos a ver, ella, que tiene un físico privilegiado y superentrenado, puede hacer lo que le dé la gana con las pesas sin lesionarse, pero los que estamos allí, salvo algún superhombre, somos personas que, aunque hagamos ejercicio regularmente, no tenemos ese control, porque no es nuestra profesión. Y si perdemos concentración y no lo hacemos bien podemos tener como resultado una lesión muscular o lumbar que puede incluso requerir una operación quirúrgica. No es ninguna tontería el hecho de tener que concentrarse para hacer bien las cosas, es una cuestión de salud. Y ella lo sabe. Pero siendo como es, una profesional preparada e inteligente, no puede evitar el hacer el gilipollas.

Y sí, se puede ser inteligente y gilipollas a la vez, conviviendo amigablemente ambas capacidades en un mismo cerebro sin estorbarse. Está comprobado.

Friday, June 24, 2005

Ay, penita

Ayer, en estado de semiensoñación mientras robaba al tiempo un par de horas para dormir aprovechando que mi bebé-trasto había decidido, por fin, dormir una siesta empecé a recordar a tres tipos que conocí en el pasado a los que de una forma curiosa comencé a aborrecer al poco de haberlos conocido después de haberme caído incluso bien en un principio.

Dos españoles y un suízo que no era en realidad suízo, pero que estaba obsesionado con llegar a serlo. Y me preguntaba pero ¿por qué asocio a estos tres tipos que conocí en distintas épocas y lugares y no se conocen entre sí? ¿Qué tienen en común para que en este estado en el uno, semisoñando, parece estar más lúcido que de habitual yo los relacione? Y lo más importante ¿por qué los llegué aborrecer tanto?

Y recordé. Al principio, los tres parecían hombres "majos". Un hombre "majo",dicho con el tono hipocritilla de una chica que da limosna, no es un hombre "majo", dicho con el tono admirativo de un hombre que realmente nos resulte atractivo. Y bueno, me parecían "majos" de limosna porque los veía muy poca cosa, pero como buenecitos. Los tres, ahora recuerdo, iban vestidos sin ningún gusto, de una forma anticuada, como si su madre les eligiera aún los calzoncillos y les bordara las iniciales en azul. Parecía que aquellos pantalones, mal combinados con la camisa o el jersey, eran heredados de su tío abuelo que hizo la guerra de Cuba. Además eran de rostros poco agraciados y con una falta de carisma considerable que a mí me hacía pensar que mal lo tendrían si deseaban expandir sus genes por el mundo, ya que, para el atractivo, para esa inyección de adrenalina que te hace pensar lo bien y lo agustito que se estaría en posición horizontal con esa persona, no importa que una persona sea poco agraciada físicamente, sino el carisma, que te convenza el carisma (si no Sartre de qué). Buenecitos los tres sí, no parecían de estos machos agresivos que dan un poco de miedo, ni tampoco de estos que por su inteligencia o personalidad son capaces de revolucionar alguna hormona traviesa, y eran educaditos y con risillas de conejo, que también daban un poco de penita.

Tanto es así que las chicas, enseguida, los adoptaban como "amigos". Amigos que no eran amigos, sino amigos de risilla de conejo y "hay que ver qué bueno es, el pobre". Ay, penita.

Entonces, si daban tanta pena ¿por qué de pronto comencé a aborrecerlos de una forma un tanto bestial y ya, para siempre, mantuve una actitud hostil ante ellos calificándolos, íntimamente, de babosos? Yo no lo recordaba y no podía creer que les hubiera tomado tanto asco a los tres, teniendo en cuenta, además, que hasta hacía poco me daban penita. Y de repente recordé. Mujeres. Era ése el tema. Los tres se sentían superiores a las mujeres y así lo hacían notar, de vez en cuando, con sus vocecillas de poca cosa. Eran unos misóginos de la hostia. Su poca cosa, su poca personalidad y el saberlo, les hacían buscar la superioridad frente a aquel que consideraban más débil. Y claro, la mujer, como el tópico marginado, el eterno tópico, era el terreno abonado para que ellos, a su lado se sintiesen algo, ya que la valía de la mujer importaba muy poco ya que sólo por el hecho de ser "mujer" una era muy poca cosa ante sus ojos. Ay, pena, penita.

Pero ¿cómo puedes haberle tomado asco asco a un chico tan "bueno" y tan "majo"? Muchas chicas no lo entendían mientras ellos se pegaban a sus faldas baboseando y seguían con el juego de que ellas se sentirían halagadas diciéndoles que "no" o aceptando salir por pasar el rato y ver si podían dar "celos" a cualquier otro maromo que pasara por allí y ellos sentirían su superioridad atendida porque, al fin y al cabo todas las mujeres son unas putas menos la madre de uno, que lo concibió mediante el Espíritu Santo.

Wednesday, June 22, 2005

Las Aquilinarias

Aquilino rima con pollino.

Nada, es que estoy aburrida y no se me ocurre nada así que voy a lo obvio. Qué, joder, menudos catedráticos tenemos. La Universidad deberá ser considerada como lugar de alta peligrosidad social dados los tipos que dominan en ella.

Aquilino rima con cebollino.

(Alsen, puedes contratacar y defenderlo -creo que es un firme católico defensor de la familia y eso- y asín nos peleamos un poco, que ando baja de reflejos últimamente)

Tuesday, June 14, 2005

Y parece todo tan fácil



El sol ahí afuera, los pajaritos cantando (lo mismo se están insultando, que nunca se sabe)el verde, la luz, la gente en las terrazas con poca ropa aunque la temperatura tampoco sea demasiado alta. Parece fácil, sí, ligero y diáfano. Sin embargo quién sabe cuántos dramas personales se esconden tras esos muros flanqueados por petunias, geranios y nomeolvides, que son como un estandarte de felicidad y armonía.

Hace un par de años, mientras íbamos peligrosamente (hay que ver cómo conducen los napolitanos) por una carretera cercana al Vesubio, observaba yo con cierto horror los pisos que daban a la ruidosa vía y veía la ropa tendida en la calle. Eran colmenas, colmenas de gente que vivía de cara al volcán. Vivían miserablemente, hacinados en pisos de mala calidad, con gritos, peleas, desolación, falta de perspectivas, pobreza extrema. Abajo, Herculano, la maravilla romana que fue sepultada por el volcán, era un extraño paraíso de lujo antiguo que contrastaba ampliamente con la vida de aquellos que habían construído encima. Y me preguntaba cuántos dramas se escondían tras esos muros, dramas de vida, no de muerte. Porque son los dramas de vida los que duelen. Si un día todos desaparecen bajo el volcán ¿qué les habrá quedado? ¿olores de hacinamiento? ¿gritos? Quizás amor, sí, porque es gratis. ¿Y vivir al lado de una maravilla arqueológica tal les sirve de algo en sus vidas? ¿Les hace más felices o quizás sólo puedan sacar un ligero provecho méramente económico vendiendo postales, gorras y banderitas?

Y eso pensaba yo mientras admiraba poco después Herculano y me perdía en sus calles con la sensación de amenaza del volcán, que ya una vez destruyó todo aquello. Y mientras obervábamos la belleza antigua rodeada de la actual miseria, unos adolescentes estúpidos cerraron la cancela de la casa en la que estabamos y nos quedamos encerrados, por lo que, ante la imposibilidad de salir, tuvimos que saltar los hermosos y antiguos muros, que daban un enorme respeto siquiera tocarlos ligeramnte y salir triscando en un ejercicio de supervivencia para no quedarnos allí a dormir la noche.

Y pensaba, a la vuelta al hotel, que así como yo nunca me hubiera creído capaz de escalar los muros de Herculano, tantas casas, feas y hermosas, ricas y pobres, esconden tras sus muros dramas y miserias vivas que ni siquiera alcanzamos a imaginar. Y que lo que hizo el volcán de cargarse Pompeya y Herculano, aunque espectacularmente letal, no es nada en comparación con una sola vida de miseria en una de aquellas colmenas infames que infestaban la carretera de Sorrento a Nápoles.

Y ahora se me ha quedado la imagen del sol, la belleza y la miseria. Y cada vez que veo sol, belleza y armonía, pienso también en los dramas y me detengo a pensar si esa señora que se ha sentado en la terraza a tomar unos pocos rayos de luz y parece feliz no tendrá algún drama que lamentar mientras sigue la vida y ella se levanta todas las mañanas a las siete a regar las plantas. Pero parece todo fácil. En días así, hasta la miseria debe parecer menos insportable.

Monday, June 06, 2005

Competiciones



No escribo, ya, pero es que ando ocupada compitiendo con mis vecinos a ver cuál tiene la terraza más florida. Ya sé que es una estupidez, pero habrá que pensar qué competición no es una estupidez.

Hoy, mientras en la cinta mecánica del gimnasio pugnaba yo por perder algún que otro kilo rebelde que no se acaba de ir tras el embarazo, observaba a través de la ventana a un pavo, ya mayorcito, de estos nórdicos que son como tiesos mastiles de barco, aprendiendo a jugar al tenis con un garbo y salero propios de una jirafa en celo. Competición, pensé, aprende para competir con su jefe.

A mi lado se puso un inglés que espiaba las cifras de mi máquina para ver qué programa estaba usando y así superarme, porque, claro, tenía que llevar un programa más fuerte que el mío, ya que soy mujer y además con lorcitas. Y nada, ahí se puso a competir conmigo.

Me encantan estas competiciones tan tontorronas, son como muy humanas y tal. Le dan sentido a la vida. Por ejemplo, muchas veces reconforta hacer comepticiones a ver quien es más gilipollas. Y relaja mucho, porque eso de tener que parecer inteligente es un jodido estress de la vida moderna. No tengo bastante con tener que echarme mis cremas, tratarme las uñas, el pelo, pintarme y perder peso (con todo el esfuerzo que le dedico y lo que me cuesta), y encima te dicen que tienes que ser inteligente. Pero para competir por ser inteligente ya hay muchos, y me temo que el premio debe ser un poco rancio, nada fashion. Algo así como una edición encuerada del Quijote con prólogo de Cela y Torrente Ballester. Y yo competiría para ser inteligente, vamos, que lo intentaría y todo si me dieran como premio una tableta de chocolate que me adelgazase, que ando con mono y no lo puedo ni oler.

Me gustaría, en los próximos tiempos competir con mis vecinos a ver cuál es más cotilla. Los de arriba se llevan la palma. Me vigilan a todas horas y creo que voy a comenzar a vigilarlos a ellos y saludarlos con la manita en cuanto los pille in fraganti. Además, es que les tengo un poco de inquina porque tienen la terraza más florida que la mía y no es cuestión que me ganan en todo. Una tiene su orgullo.